miércoles, octubre 25, 2006

Una Mujercita de Mierda


El 23 de octubre de este año 1996 recibí un correo electrónico de -llamémosla así- Mariela Coñoepán (Valdivia, 1974), una atractiva antropóloga mapuche, feminista y resentida (sale en internet como deudora del crédito fiscal), que en el año 2003 gocé hasta el tedio y el hartazgo (no ponía mucho de su parte a la hora de hacer el amor, pero era singularmente lasciva). Esta sensual morena, que usaba aros de plata y cadenas en los tobillos fue, en estricto rigor, la última hembra que tuve de forma establecida. No debo desconocer que estuve bastante enamorado de ella y que la cobarde decisión de terminar la relación provino de su parte (su violencia y cobardía deben haber provenido, en una medida considerable, del hecho que su padre, militante socialista, le diera feroces golpizas a su madre).

Lo cierto es que hace algunos meses, en uno de los posteos de este blog, junto con otros amigos y amigas (o francamente “amigas”), escribió un comentario, más bien tiernucho y laudatorio, que ahora pretende desconocer. Y con furia.

El mensaje que me envió anteayerSu actual mensaje, petulante y acerado, preñado de absurdo y suficiencia mongoloide, está atravesado por un ensoberbiado afán didáctico, y por un sospechoso anhelo de borrar toda huella de mi presencia en su vida (¿no es acaso sospechoso que una persona que te desprecia y no quiere saber nada de ti te escriba después de años, sin motivación aparente y que después lo niegue?). Pero lo más impresentable de toda su turbia perorata -que por consideración al buen sentido me niego a transcribir en este artículo- es que nombrara a mi hija Catalina (1° de mayo de 2000), para que yo recapacitara, o algo así. ¿Con qué derecho puede una persona que te ha ninguneado y despreciado, mentarte a tu ser más amado así sin más, pretendiendo con ello tocar -o más bien ulcerar- tu integridad espiritual y darte una lección de no sé qué? Asimismo, entre la retahíla de inmundicias de su mensaje, aseveró finalmente ¡QUE AÚN GUARDABA CONSIDERACIÓN HACIA MI PERSONA!

En más de alguna ocasión he deseado hablar con ella, porque mi civilidad me impele a tener un buen trato con todos mis antiguos clientes y animales, pero se ha negado a ello de manera rotunda. Por cierto, ¡está en su pleno derecho!: pero esa misma actitud ¡LA OBLIGA! a no mandarme mensajitos o urdir jugarretas de golfa desquiciada.

A ella la conocí en un encuentro de poetas huilliches al que me invitó el poeta Genaro Huenchullán, en noviembre del año 2002. Entre diciembre de ese año y marzo de 2003 estuvimos juntos. Lo pasamos bien, fuimos cómplices en muchos aspectos e indagamos en la vida y en la muerte; fuimos amigos; fuimos proyecto y aventura; fuimos una luna de champaña y pies descalzos; escalamos libros y leímos el estío. Por eso me duelen sus infundios y su cólera obsoleta.

Este es, sin lugar a dudas, el peor y más inoficioso posteo de todo el blog, pero no voy a permitir que me extorsionen; ni ella ni nadie. ¡NEMO ME IMPUNE LACCESIT!