jueves, diciembre 13, 2012

POETA ÓSCAR SAAVEDRA: "ESCRIBIR ES MIRAR AL SOL DE FRENTE".

(más de 20 escritores se dieron cita en el Encuentro de Poesía "Teófilo Cid", realizado en Ciudad Sur los días 6 y 7 de diciembre)

Óscar Saavedra Villarroel (Santiago, 1977), que estuvo en el reciente encuentro de poetas “Teófilo Cid” gestionado por Christian Martínez en el Instituto Profesional de Chile, es una de las voces más autorizadas de su generación. A pesar de haber publicado un solo libro –Tecnopacha” (Editorial Zignos, Perú, 2008)–, Saavedra, tanto por su proyecto “Descentralización Poética” como por las decenas de talleres literarios que ha gestado en múltiples niveles, ha atisbado una suerte de revolución literaria sustentada en la democratización de la escritura.



Háblame de tus estudios formales

Estudié en varias escuelas y en el Liceo Manuel Barros Borgoño de Santiago. Pasé por varias carreras, pero finalmente me licencié en Educación. Soy un profesor que siempre ha ejercido una educación alternativa, no acorde con los planes y programas. Todo en la educación formal nos prepara para la sociedad de consumo, con profesores que repiten y repiten y con directores que son auténticos tiranos. Lo primero que hace un niño al conocer sus instituciones, a través de lo que llaman constructivismo, es ir a los supermercados, saber que existen los malls y luego su espacio, su mundo. Todo está disfrazado, apuntaron a destruir la memoria y lo han conseguido. Entonces, no bastan los discursos, que están quebrados; se requieren acciones.

¿Algún posgrado?

La escritura y mis talleres –en estos momentos realizo nueve– son un posgrado superior. Ahí se produce la combustión misma de la creatividad. Estudiar algo que no es mejor que mi biblioteca, la acción o las personas, no tiene sentido. Hay que tener cuidado con las instituciones, muchas veces te quiebran el cielo. Otras veces, te seducen al punto de hacerte desaparecer como persona creativa.

¿Cómo definirías tu poesía?

Es una poesía que muchas veces se borra para salir a caminar por las calles y los acontecimientos, como narrando a través de una “ficcio-realidad” o dialogando con la crónica; un escritor debe escribir su tiempo. Algunos de mis temas: la transculturización, el sistema, el capitalismo, los talentos quebrados de las poblaciones, el quiebre del lenguaje (al chileno lo defino como un lenguaje con pasamontañas). He dejado que niños y jóvenes intervengan mi poesía, para salirme del individualismo que a algunos empresarios de la palabra parece haber ahogado ¿Para qué más supermercados del lenguaje, si hay lenguajes fresquitos en casi todas las esquinas?

¿Cuál es la verdadera función que tiene la literatura, además del goce estético y de la posibilidad de difundir conocimiento?

Escribir su historia, no dejar que la memoria se venda. Ahí debiera estar la escritura, dando la batalla, como un poema lleno de fotos indelebles. El lenguaje es política en sí mismo, es cosa de ver cómo lo mal emplea el utilitarismo. Una de las cosas que ha hecho este sistema, de manera casi inteligente, es quitarnos la lucidez y llevarnos a un individualismo que ha sometido al escritor a creerse la punta de tope de un iceberg que se desmorona. Estrategias del neoliberalismo que uno debe descubrir y combatir. Creo en el escritor como un actor social. Escribir es leer y leer es escribir. La escritura nace de la valentía, de mirar al sol de frente.

¿Qué experiencias –y a qué niveles– has tenido en la enseñanza de la poesía?

He compartido poesía a través de talleres en muchos lugares de Santiago y también de regiones y a todas las edades. Es impresionante lo que te puede entregar un taller literario. Los niños me tienen todo el rato pensando, debo tener respuestas para todo, en cualquier momento debo cumplir con lo que digo y ser creativo; o si no, viene el desplome. ¿Qué es mejor, estar ahí con ellos o haciendo una carrera literaria en donde la competencia y la velocidad te hacen desaparecer? Opto por lo primero, son muchos soles, muchas tormentas mentales, mucha vida por delante. Estoy haciendo un libro para la enseñanza de la poesía y, junto a dos destacados poetas, planificamos las “Escuelas de la Poesía”, un proyecto mayor. Algunos dicen: la poesía no se enseña. Yo creo que sí, que se puede enseñar

¿Qué me puedes decir de “Descentralización poética”?

Llevamos varios años generando movilidad literaria con encuentros en casi todo Chile y otros países, en universidades, colegios, poblaciones, centros culturales, ocupando casi todos los espacios geográficos e interviniendo la ciudad. Nuestra idea es volver a encantar a las personas con un patrimonio espiritual que les pertenece y que el sistema –las academias y el sentido elitista de la literatura– les ha enajenado. El 2013 haremos un “Descentralización” en muchos lugares a la vez, invitando a poetas latinoamericanos que a su vez darán talleres en poblaciones. Daremos un golpe a la institucionalidad, diremos que la poesía está viva y las personas le han dado respiración a la palabra.

miércoles, diciembre 05, 2012

VIGENCIA DE PABLO DE ROKHA


Publicado en el periódico "Tiempo 21"

Conversando hace unos días con el académico y poeta Naín Nómez, en la octava versión del encuentro “Molina-Poesía”, el experto en De Rokha decía que éste era un poeta en movimiento, y que sus contradicciones (“donde converge el copihue horriblemente tenaz”… “la batalla por la vida va perdida de antemano, pero lo heroico es ganarla”… “como un fabricante de enfermedades que se hiciese vendedor de rosas”) habían dificultado su fijación en un contexto moderno, donde los metarrelatos aspiraban a ser inequívocos. Es por eso que el Partido Comunista de Chile prefirió como cantor de masas a Neruda y borró del mapa al autor de “Los gemidos”, a pesar de la lealtad de éste, porque necesitaba a un poeta como aquél, que exaltara la alegría así sin más: alguien más cercano al arquetipo platónico de que “lo bueno, lo bello y lo verdadero” son lo mismo.


Pero la realidad está preñada de retornos y fluye como un río. En los actuales tiempos, Pablo Neruda –que en el mundo es muy famoso y que en el burdo Chile es ante todo respetado por sus casas– es muy poco visitado por las actuales generaciones de poetas nacionales, y salvo excepciones su influencia es escasa en la poesía de autores recientes, lo cual dista de ser definitivo (es la idea). En cambio De Rokha, junto a Enrique Lihn, es el poeta más querido y respetado y mítico, quizá por su desborde existencial, y porque su discurrir paradójico y total lo hizo estar más allá del bien y del mal y de la tentación de convertirse en sacerdote (o pontífice) de una causa con verdades inmutables, donde puede que haya risa pero nunca carcajada.


Más adelante, me refería Nómez que anhelaba escribir una novela centrada en De Rokha, a quien virtualmente resucitó, pero que temía no estar a la altura. Difícil. Nómez conoce demasiado de la vida y de la obra del maulino, y su pluma de ensayista y de poeta es a ratos notable. Al parecer, el caso De Rokha –el patriarca mesiánico, el padre violento, el vanguardista utópico, el incansable y desdeñado militante, el barroco maldecidor, el macho anciano, el amigo piedra, el torrencial huaso metafísico de Licantén, y el personaje más cinematográfico del arte nacional– seguirá en el tribunal de la belleza y de la realidad. Y en Temuco se hará pronto un homenaje.