jueves, agosto 04, 2016

LA PUESTA EN ESCENA DE UN POETA


'Tren, treile, Teillier’, texto de Mauricio Moro, con la dirección de Rodrigo Bórquez y la actuación de Ricardo Pinto apoyada por voces en off, es la primera obra teatral inspirada en la figura de Jorge Teillier Sandoval (Lautaro, 1935 - Viña del Mar, 1996), el “poeta de nombre claro como un guijarro en medio de la corriente”, quien decía que la poesía no era nada si no permitía a los hombres acercarse y conocerse. La obra, un monólogo de 50 minutos y un solo acto, se presentó ayer miércoles 3 en el debut de la XII versión del Festival de Teatro en La Frontera 2016 (Fetef), ante una Sala Los Avellanos de la Ufro colmada de público.

En el monólogo se nos muestra a un Teillier íntimo y a ratos disociado, en el último año de su vida, quien yace acosado por sus más obstinados fantasmas: la soledad en compañía, el desarraigo, el autoexilio, la familia fragmentada y el abuso de etanoles y terrores, y que podría decir, con Huidobro, que “el pozo de las cosas perdidas no se llena jamás”. El protagonista discurre sobre aquello y sobre el infatigable mandato de la poesía, que parece haber tomado a su existencia por rehén, mientras espera debutar en un conocido programa televisivo de entrevistas culturales. Pero su espera es paradójica, pues al entusiasmo de compartir el pan de su palabra con un avezado entrevistador, agrega el sentimiento de la inutilidad: un sentimiento furioso que lo paraliza y lo hace desdeñar “el inútil pago de la inmortalidad”.

Llama la atención la importancia que el dramaturgo le otorga en su texto a la figura del poeta Enrique Lihn (1929-1988), quien fue el gran antagonista de Teillier en los 60’s, ante todo cuando éste –mientras languidecían las llamas de su primer matrimonio– se quedó con la novia de aquél. Ello acaso se explica por el afán de tender puentes entre dos de los poetas más admirados por las actuales generaciones, los que, como es bien sabido, se reconciliaron en un encuentro literario acaecido en el Hotel Continental de Temuco el año 1982.

En suma, una obra de teatro interesante y que demuestra que el poeta de Lautaro suscita un interés creciente. Tanto es así que, a estas alturas del vértigo, podemos afirmar que obras de teatro como éstas –así como otras manifestaciones del arte, tales como documentales e inclusive filmes– seguirán floreciendo a partir de la persona y de la obra del poeta que está llevando los muros de Lautaro hacia fronteras ignoradas.