En Coñaripe no estuve bien (eso está lejos de mí por ahora), pero no me faltó comida, ni agua ni un poco de afecto. Extrañamente -por mi cualidad anticonvencional, que apela al desapego gnóstico y a cierta autonomía de los determinismos familiares casi siempre anticreativos- puedo decir que una de mis mayores motivaciones fue mi hija Catalina Francisca (1° de mayo de 2000), que no vive conmigo a quien veo para las vacaciones, pero que constituye una suerte de puerto de salida. Además, hay algo en ella que tiene mi sello indesmentible, y eso sin duda es un detalle, pero ES UN HECHO... que no fomento ni contra el cual me rebelo.
lunes, marzo 17, 2008
COÑARIPE, VERANO 2007
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