viernes, marzo 31, 2006
UN VIAJE A COÑARIPE
Claudio Maldonado (en la foto en un reciente viaje a París auspiciado por Huenseslao Huenur y Coipa Acuña), fue a verme los últimos días de mi estancia en Coñaripe, una semana antes de la ascensión de la guatona rica. Nos bebimos una botella de buen escocés y varias de medoc (que él pudo comprar con las 300 lucas que obtuvo… no diré como) viendo, entre otras, las películas LOLITA II, EL PIANISTA y HELLRAISER V. También disfrutamos un concierto de música celta prodigado por una niña mongólica con una guitarra de plástico de dos cuerdas, mientras comíamos empanadas rellenas con untuoso queso campestre acompañadas de cerveza Kunstmann.
Maldonado, la Rata de Judas, tiene un libro casi terminado, que intituló SANTO SUDACA, y al que yo -por una cuestión de mejoramiento de la raza- me permitiré corregir. El libro tiene buenos relatos, y su mayor mérito es la imbricación que hay en varios de ellos, al compartir un mismo contexto geográfico cultural: la zona central de la patria de Álvaro Corbalán; destaca, también, el notable sentido del humor de los cuentos, que entroncan con lo que algunos denominan “cultura popular”.
Se fue Maldonado a Temuco, y pronto yo y mis dos padres (no tengo hermanos, sólo una hermanastra) también volveremos a casa. A pocas semanas del lanzamiento de mi libro (PALACIO LARRAÍN) en la ciudad de Nacimiento, me siento como Jorge Luis Borges: no por sacarme buenas notas en todas las asignaturas relacionadas con la potencia escritural, si no porque -al igual que este atribulado sujeto- el Destino me ha negado el amor erótico regalándome en cambio unos pocos amigos con los que puedo ejecutar la farsa del reír.