miércoles, enero 31, 2007

SOBRE UN ENCUENTRO DE POESÍA: ALGUNOS ALCANCES

Entre un jueves 25 un domingo 29 de enero de este año de 2007, se realizó el mentado encuentro que contó con la presencia de casi una treintena de poetas –de Santiago, Chillán, Concepción, Valdivia, Temuco y otras ciudades de la región de la Araucanía- cuyas edades promedio andaban por los 26, y que en su mayoría contaban con una obra al menos esbozada y con varias experiencias de socialización de sus quehaceres.

El coordinador general de esta instancia fue el estudiante de Ingeniería Civil de la U.C de Santiago CAMILO HERRALDE (nacido en 1986 y criado en Temuco, pero que jamás había tenido comercio con los creadores literarios de la región), ganador de la última edición del “Concurso ROBERTO BOLAÑO versión poesía”, para menores de 25 años.

Camilo tuvo, entre muchos otros méritos -incluida su original performance de poesía en el “Museo Ferroviario de Temuco PABLO NERUDA”-, la capacidad de poner a trabajar, como buenos y dulces hermanos, a personas como:

GERARDO QUIJANO, que facilitó el taller de su productora para hospedar a la mayoría de los invitados, contactó a varios de ellos y realizó el principal registro audiovisual del evento; CÉSAR ABUELO, ganador de la última versión del “Concurso de Poesía Eduardo Anguita”, que dispuso de recursos personales y venciendo algunos problemas de salud no se restó al lance; y RAMIRO VILLARROEL, artista visual y poeta que prestó las dependencias de su “Klandestino Bar” para las libaciones de rigor y la presentación de dos libros, y que junto a Herralde realizó casi todas las introducciones. Por decirlo claramente, estos 3 artistas de talentos y saberes convergentes, divergentes y paralelos Y POR ENDE SINÉRGICOS, simplemente no fomentan -ni mucho menos- una amistad común.


“COFRADÍA” O SINERGIA

A este respecto, he llegado a la convicción –paradójica quizá, pero jamás amarga- que de la falta de aprecio y justa ponderación, pueden a veces dimanar frutos más nobles y venturosos que de las mutuas masturbaciones de la religión del amiguismo, que han llevado a la poesía chilena actual al enghettamiento (según Armando Roa Vial) o a las patotas y el matonaje (según Germán Carrasco Viedma). Antes también fue así, pero en las actuales y aún más caóticas circunstancias sociales (hablo ante todo de los males del neoanalfabetismo y del exitismo insubstancioso que parecen haberse entronizado), esta tendencia está acorralando a la poesía en una suerte de cofradía palurdesca y ni siquiera suficientemente luminosa: Poesía jibarizada, elitizada y, en el mejor de los casos, sólo destinada a cumplir la condena lihneana de ser leída por otros poetas, lo que provoca hacinamiento, miseria y hace del pelambre, la zancadilla y el resguardo carcelario de las becas y prebendas, su razón de ser. En ese sentido, los escritores nos estamos pareciendo a la gente de la farandulandia televisita, con la diferencia de que estos últimos son "los que realmente importan para la sociedad".

Por ello resulta imperativo levantar encuentros (de LITERATURA) entre públicos desacostumbrados a la misma, interviniendo sus cotidianos; y reunir ovejas de rediles distintos para lograr que se miren a la cara, tal vez con desprecio y suspicacia pero con la certeza de que se está luchando contra un único enemigo común: el lobo de la lepra espiritual en estos tiempos de crisis y de cambios.

A mi modo de ver, la actitud de Abuelo, Quijano y Villarroel (unidos por un aparecido), refrenda plenamente lo antes dicho y sienta tal vez un precedente que puede ser emulado incluso en el solitario Santiago de Chile.


INTERVINIENDO ESPACIOS

El encuentro de poesía VIOLENTO SUR se desarrolló en algunos referentes esenciales de la ciudad, como lo son el HOSPITAL REGIONAL de Temuco (donde Héctor Fernández presentó algunos versos de su portentoso libro “Coma”), la BIBLIOTECA MUNICIPAL GALO SEPÚLVEDA, el CEMENTERIO GENERAL DE TEMUCO y el MUSEO FERROVIARIO PABLO NERUDA (en dos ocasiones). El evento concluyó, aprovechando el público de un evento musical previo, el domingo 28 en la cumbre del CERRO NIELOL de Ciudad Sur; y es dable destacar –con sorna, emoción o ironía- que en esta última instancia declamaran sus versos dos poetas de origen mapuche: Genaro Huenchullán y Roxana Rupailaf.

Todas estas actividades se realizaron al aire libre y tuvieron, aunque menguado, un carácter interventor y -en el caso del cementerio- hasta disrruptor del espacio cotidiano citadino. Y a juicio de quien este escribe, para evitar el callejón sin salida del hacinamiento (porque hay demasiados tripulantes para tan poco suministro), que lleva a los poetas, entre otras linduras, a fagocitarse mutuamente (es cosa de leer la abyeción a que llegaron algunos de los comentarios emitidos en el blog de Violento Sur y otros), es necesario sacar a la poesía de las abadías universitarias, del cadaver sagrado de lo museológico mal entendido, de las cada vez más invisitadas bibliotecas e incluso de los libros casi siempre cerrados, e intervenir los espacios sociales, dejando en el público (en el otro que también es nosotros) esa capacidad de asombro, esa preplejidad que entronca con lo sagrado, con la revelación anticosificante, que los hace preguntarse “no sé que es esto pero se ve interesante”, devolviéndoles de paso un patrimonio que ignoran que siempre les ha pertenecido.

Ello, y debo dejarlo muy en claro, no deslegitima las entidades culturales de conservación de la cultura antes nombradas (y otras), pero si relativiza su poder de pregnancia social.


¿POESÍA VERSUS NARRATIVA?

Hace algunos años un conocido crítico nacional sustuvo que a los poetas les faltaba involucrarse más con la narrativa y a los narradores inmiscuirse más con la poesía. A estas alturas, ello (y por muchas razones entre las cuáles esbozaré sólo una) parece indiscutible: Poesía y narrativa nacieron de la oralidad, devinieron letra impresa (allí se entronizaron) y ahora –donde el texto impreso vale cada vez menos- es necesario que vuelvan a la oralidad: Porque poesía y narrativa, a diferencia del texto dramático (teatro), no nacieron para ser representadas. Es el valor de la paradoja en estos tiempos donde sin duda, y más allá de ciertas luces, estamos perdiendo la batalla y por ello mismo la vamos a ganar.

Concluyo esta breve reflexión dimanada de VIOLENTO SUR, agradeciendo a los organizadores… a los auspiciadores… y a los poetas:

Héctor Hernández, Sebastián Baeza, Genaro , Rodrigo Gómez, Tamym Maulén, Guido Arroyo, Jaime Baeza, Becerra, Marcela Parra, Gerardo Quezada, Ramiro Villarroel, Luis Marín, César Abuelo, Dafne Meezs, Patricio Alvarado, Camilo Herralde, Ernesto González, Rodolfo Hlousek, Ángel Valdebenito, María Isabel Lara Millapán, Víctor Cifuentes, Juan Huenuán, Roxana Rupailaf, Jorge Cid, Agustín Hidalgo, Marcelo Guajardo, y a algún otro cuyo nombre se me escapa y a quien pido por ello las disculpas de rigor.