lunes, julio 23, 2007

YÉNDOME DE NACTOBAR


Me estoy yendo de NACTOBAR a empezar una nueva incursión periodística en CIUDAD SUR. Ayer domingo la selección chilena de fútbol sub-20 (con nombres como Suárez, Toselli, Sánchez, Vidal y Vidangossy; con nombres como Isla o Hans Martínez, autor del gol final) obtuvo el tercer lugar en la copa del mundo de Canadá. El equipo del profe José Sulantay (que alguna vez sacó campeón a Cobreloa en un tiempo en que a mí el fútbol todavía me importaba) mostró durante todo el certamen un juego brillante, con una defensa muy sólida y un mediocampo capaz de urdir jugadas a ras de suelo, como estaba haciendo falta en el fútbol chileno. La regularidad defensiva se unió a la capacidad de generar buen fútbol ofensivo, lo que se concretó en 5 triunfos (contra Canadá, Congo, Nigeria, Portugal y Austrial), un empate (contra Austria en primera rueda) y una sola derrota (el 3-0 de los argentinos), y con el recor mundial del portero Cristopher Toselli de 492 minutos sin recibir goles en su valla. Este comentario me está quedando muy mal, una impresentable colección de lugares comunes.

Un par de días antes, la noche del jueves 19 de julio, 13 jugadores fueron detenidos por desórdenes en la vía pública y brutalmente golpeados (incluso con electricidad) y sometidos a gases lacrimógenos. Condorito, que estaba en el estadio, también se fue detenido por saltar a la cancha.

Creo que Conchita -la periodista que conocí en el diplomado en escritura audiovisual en la Católica el 2005 y que es muy eficiente, exitosa, altanera, cortés, prepotente, exquisita y trabaja en la CNN de Santiago- ya se había ido de Toronto, en el estado canadiense de Ontario, que es donde ocurrió la pateadura y donde ella está residiendo en su perfecto proyecto de vida donde no descartaba la producción cinematográfica en grande, y por eso no intercedió por stos vapuleados guerreros del balompié.

Conchita (que en estos momentos tengo conectada en el messenger, pero a quien no me interesa dirigirle la ) no pudo salvar a estos mocosos. Ya estaba en La Serena, su ciudad de origen, cuando ocurrió la feroz represión de parte de los candienses, que sólo rubricaron su fama de ahuevonados, así como en el partido reciente los argentinos habían rubricado su fama de farsantes, "cancheros", como se dice, esos que a diferencia de uno conocen al dedillo la letra chica del convenio o llegaron mejor posicionados.
Recuerdo que una vez le dije a Conchita que los canadienses tienen fama de ahuevonados, sobre todo de parte de los norteamericanos; y ella me contestó que jamás había oído semejante cosa, pero el tiempo me ha dado la razón en casi todo. En casi todo. Y no pretendo explicarme porque no me interesa seguir escribiendo. No hay tema. Sólo unos pocos ejercicios de digitación en la oscuridad, para celebrar como en un rito de trabajo nocturno las fumadas junto a mi vecino Germán Galaz en la estación del frío, a pocas semanas de que el invierno concluya.
-----------------------------------------------------------------------------
Y como decía el otro...

J'ai de mes ancêtres gaulois l'oeil bleu blanc, la cervelle étroite, et la maladresse dans la lutte. Je trouve mon habillement aussi barbare que le leur. Mais je ne beurre pas ma chevelure.Les Gaulois étaient les écorcheurs de bêtes, les brûleurs d'herbes les plus ineptes de leur temps.