lunes, noviembre 19, 2007

MONTANER Y CASTRELLANI: DOS APORTES PARICINOS QUE SE ODIAN


Aprovechando la exposición que parece estar teniendo el blog de Marín en Nactobar (hablo -como Martín Vargas o como el pelotudo de Walterio Benítez que se retiró del Partido por un ataque de hidrofobia- de mi mismo en tercera persona), y a la presencia siempre interesante en los comentarios de un convidado de piedra ANÓNIMO de pensamiento derechistoide (este blog se lo di, sólo en el pueblo, a más de 20 personas... y siempre hay un efecto multiplicador), me voy a referir a dos ilustres nacimentanos -uno de ellos por adopción- y a la relación que tienen entre ellos: FERNANDO CASTRELLANI y GERARDO MONTANER. El primero, es el director de "EL FUERTE", el segundo periódico que ha existido en esta comuna a lo largo de 400 años; el otro es el actual alcalde de la comuna, que pretende reelegirse (no la comuna, el alcalde).

Para mí resulta enriquecedor y misterioso haber no pocas veces entablado amistad con personas que se odian entre si. Y antes de seguir, debo ser claro. A Castrellani, en virtud del apoyo que me ha dado siempre, de una cuestión etaria, de la profesión mutuamente compartida y de cierto común escepticismo (nada destructivo y más bien propositivo) que tenemos ante el panorama social y cultural de estos pagos, lo considero un amigo; a Montaner, en cambio, sólo lo considero un compañero de Partido que cuenta con todo mi apoyo: En las esferas medianas o altas de la política o del edificio del poder, la palabra "amigo" resulta casi humorística cuando no francamente mendaz. De todas formas, para el caso de este posteo da igual: a ambos sujetos les tengo estimación. Y ambos se desprecian mutuamente. Y harto...

GERARDO MONTANER (60 años, huasimentano, chileno y católico)

Gerardo, que es hermano de quien tal vez sea el diputado más destacado de toda la transición, llegó a la zona hace unas décadas; y ocupando su dinero bien ganado, algunos trucos de viejo zorruno y su indesmentible carisma, derrotó en buena lid al alcalde de entonces, Óscar Guerrero Quinsac (militante del insoportable Partido de la flecha... http://www.pdc.cl/ ), que fruncía (Q.E.P.D.) demasiado la boca y no tenía una llegada relajada con la gente. El año 2000, Montaner fue electo con una impresionante votación, que 4 años más tarde aumentó (aquella vez su principal rival fue un pordiosero moral llamado Vittorio Camposanto, dueño de una radio, de un acerado hocico de perra en celo y de una conducta intachable... que cierta vez lo llevó a sacarle la chucha a su suegro apellidado Pezo). Ahora -cuando quizá en virtud de su carácter "al todo o nada", al desgaste natural del cargo y a la envidia de varias de sus víctimas- la pelea será más despiadada que nunca y a varias bandas, y es seguro que Montaner sacará a relucir su caballo de batalla: LA ADJUDICACIÓN DEL PROYECTO DEL PUENTE SOBRE EL RÍO VERGARA (2800 millones de pesos). Es que la política es así: los que la ejercen deben no sólo bien cacarear el huevo que empollan, si no hacernos creer que éste les nació por generación espontánea y en virtud de su pura y gloriosa omnipotencia, y sin la intervención de nada más que de su propia pujanza (léase, gestión). Montaner es mujeriego y demagogo (ha llegado a decir que "todas las mujeres del mundo son hermosas"), bien parecido y viril, bebedor contumaz pero nunca lamentable, generoso con su plata y preocupado de los suyos... con todas esas características del clásico patrón de fundo que tanto le gusta al chilenito, sobre todo en pueblos como Parición. Asimismo, y como casi todas las personas defectuosas (¿todos lo somos?) que pretenden pasar piola sin dejar de ser defectuosos (jaja), es acendradamente católico, y mariano... y este tema de la Fe, del que sé bastante, quizá demasiado, da para un posteo más largo que los de mi amigo el guatón Zúñiga.

FERNANDO CASTRELLANI (34 años, huasimentano, chileno y católico)

Castrellani trabaja de manera solitaria y sin granjearse el apoyo de nadie (excepción hecha de los auspiciadores, que también ganan con él), y es una persona muy discreta que nada tiene que ver con las mañas, muñequeos o especulaciones de la política. Él es un lobo estepario que tiene un Proyecto tanto o más consistente que el de Montaner (alcaldes ha habido siempre acá, pero medios de comunicación escrita sólo dos en cuatro siglos), el que no ha sido suficientemente justipreciado, quizá porque Fernando no tiene esa cualidad de impostación (ojo: no dije impostura) y cacareo mayestático connaturales al quehacer político y al edificio del poder, o porque su producto se relaciona con algo tan irreal como la lectura y la escritura. Castrellani, que es un tipo muy viril y derecho como pocos, casi no gusta, a diferencia de Montaner, de "esas grandes esponjas acomodaticias de lo bueno y lo malo" (LIHN) que son las mujeres, quizá porque es demasiado regodeón o demasiado inhábil en esos parajes, lo que no le arroga ni una brizna de resentimiento... y en eso está muy lejos de tipos como Daniel Yañez (por fortuna se fue de acá, el canapé de grasa), que cierta vez me dijo: "entiende Marín, todas las mujeres, pero absolutamente todas, son malas". Castrellani es un católico mariano de raza y convencido, pero tolerante al igual que Montaner; es, también, un sujeto bastante culto y un fotógrafo notable, que ha leído de muy buena forma el panorama cultural de la zona: comprendió que la cultura de acá pasa casi exclusivamente por el folcklore y por el rescate de las valiosísimas tradiciones del campo, que son la quintaesencia de la Patria... cuestión que más de alguna jueza palurdezca e ignorante desconoce, pues considera tales tradiciones como "rasquerías que nada tienen que ver conmigo, ya". Hay una sola cosa peor que un pelafustán ensoberbiado e ignorante: un pelafustán ensoberbiado e ignorante y con poder.

¿Y POR QUÉ EL MUTUO DESPRECIO?

El asunto, como ocurre con tantas tragedias que nacen de una comedia o de comedias que devienen finalmente tragedias, ocurrió de manera baladí. Hace poco menos de cinco años, Castrellani le dio el puntapié inicial a su periódico y quiso conversar con varios líderes de la comuna, entre ellos con el alcalde Montaner. No sé qué desgraciada conjunción astrológica o perfidia del destino hizo que éste no quisiera recibir a Castrellani, ni la primera, ni le segunda ni la tercera vez. Yo tengo para mí que más de algún cortesano palaciego más papista que el Papa y asaz maniqueísta (esto es, que ve todo en blanco y negro), quizá Juan Brócoli, o cualquier otro, le metió en la cabeza al alcalde que Castrellani era un tipo irreductible y ominosamente derechista (en realidad, si hemos de jugar a la política, tendría que decir que C... es un democristiano de izquierda aunque furiosamente independiente) que pretendía pasar gato por liebre, engañar. De ahí al suspicaz ninguneo del alcalde hubo sólo un paso. Y cualquiera que haya padecido el ninguneo SABIENDO QUE SU PROYECTO ES ONTOLÓGICAMENTE BUENO, sabe que es ésta la peor de las humillaciones, pues te deja con los brazos cruzados y sin mensurar una capacidad de reacción proporcionada y natural, ya que no sabes si achacar tal actitud (el ninguneo) a desdén, envidia, estupidez, falta de visión, flojera mental o lisa y llana maldad.

Estoy cierto que Castrellani sólo anhelaba del alcalde un apoyo moral, un necesario palmoteo, un "estoy contigo muchacho, has tu pega no' más", pero el mal asesoramiento o los propios prejuicios (los propios fantasmas) de Montaner fueron más fuertes. De ahí a la reacción desmezurada del periodista, hubo sólo una paso. Y Castrellani la hizo de oro. En el número siguiente publicó una reveladora fotografía de una de las laderas del Fuerte Ribera convertida, por circunstancial inoperancia municipal, en un auténtico basural, lo que consolidó la guerra (más bien, el mutuo desprecio) entre estos dos ilustres ciudadanos. Asimismo, y quizá sólo por ingenuidad, Castrellani reclutó entre sus columnistas a dos concejales cuyo único aporte ha sido la denuncia sin propuestas asertivas: uno de ellos, un sujeto muy bruto y con cara de mico subnutrido que se apellida igual que el maravilloso vate que escribió "Venus en el pudridero" ( http://inmaculadadecepcion.blogspot.com/2005/06/eduardo-anguita.html ); el otro, un educador, escandalosamente frío, que tiene tanta vocación para la política como yo para las ecuaciones trigonométricas. Mediante sus columnas, estos despechados señores se dedicaron -con muy buenos modales y una calculada abyección- a darle de leñazos a la gestión de Montaner (que en términos generales ha sido buena), y de paso a funar para siempre ante los ojos de éste al notable periódico de Castrellani.

Así es la danza de la realidad, a ratos singularmente absurda. Para concluir, no puedo sino dejar las palabras finales de "LOS TEÓLOGOS", un cuento de un escritor superior. Dicho relato trata, entre muchas otras delicias, de los odios contumaces que en vida se tuvieron dos varones adeptos a la misma Fe... y de lo que Dios pensó de ellos al final, una vez que ambos estuvieron a su lado :

"El final de la historia sólo es referible en metáfora, ya que pasa en el reino de los cielos, donde no hay tiempo. Tal vez cabría decir que Aureliano conversó con Dios y que Éste se interesa tan poco en diferencias religiosas que lo tomó por Juan de Panonia. Ello, sin embargo, insinuaría una confusión de la mente divina. Más correcto es decir que en el paraíso, Aureliano supo que para la insondable divinidad, él y Juan de Panonia ( el ortodoxo y el hereje, el aborrecedor y el aborrecido, el acusador y la víctima) formaban una sola persona".