miércoles, enero 09, 2013
VIOLENCIA EN LA ARAUCANÍA
Publicado en el periódico "Tiempo 21"
El horrible asesinato de una pareja de ancianos agricultores en las cercanías de Vilcún, cuya casa fue incendiada con ellos adentro, provocó un inédito revuelo
en el llamado conflicto mapuche. Problemas de violencia, sólo en los últimos años, ha habido ya muchos. Los mapuches han perdido a cinco de los suyos por excesos policiales en enfrentamientos, Carabineros perdió un efectivo en un incidente confuso, y los parceleros ya habían tenido en 2012 a su primera víctima; y a ello hay que sumar los constantes abusos de la policía en los (¿acaso inevitables?) allanamientos a comunidades, y los innumerables atentados a la propiedad privada perpetrados por encapuchados que dicen defender la causa indígena o la defienden con métodos abyectos.
Pero la muerte del matrimonio Luchsinger- MacKay, por varias razones marca un antes y un después. Nadie (o nadie sensato) duda de lo escandaloso de las homicidios de Catrileo, Lemún y Mendoza Collío, sobre todo porque fueron perpetrados por funcionarios policiales que siguen en servicio activo. Pero las características del reciente asesinato, ejecutado por desconocidos, lo hacen más impactante para la comunidad: dos ancianos que de seguro dormían terminan calcinados en su propio domicilio; se trata, además, de dos personas de clase acomodada y “buenos apellidos”, lo que en un país como Chile es más importante de lo que debiera. Y por último, este hecho reitera la crueldad ilimitada que el ser humano alcanza en ciertas ocasiones.
En los últimos días la Coordinadora Arauco Malleco, el grupo violentista que reivindicó casi todos los pasados atentados a la propiedad privada en la zona, se desligó de este hecho, lo cual es positivo pues da cuenta que a lo menos de palabra este grupo no avala el daño hacia personas para lograr reivindicaciones territoriales. Reivindicaciones que, debido al presente atentado, han sufrido un revés más que serio, pues todos sabemos que una causa justa que ocupa métodos brutales deja en la práctica de ser justa.
El conflicto mapuche-chileno es complejo y tiene demasiadas aristas. Y no es un despropósito afirmar que se arrastra desde las últimas décadas del siglo XIX. En esos años, una editorial de El Mercurio, avalando las acciones de ocupación territorial del gobierno, donde el gesto civilizador se confundió con la abyección y la mentira, decía: “los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selváticos, sin provecho del género humano; y una asociación de bárbaros… como los araucanos no es más que una horda de fieras, que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en el bien de la civilización”.