lunes, marzo 17, 2008

COÑARIPE, VERANO 2007


Desde hace algunos días volví a Ciudad Sur, esta vez de forma más o menos definitiva, y ya me alejé para siempre de Parición, esperando dejar -en ese pueblo ramplón y huasiloco, lleno de tipos amables, sin mundo y buenos para el aguardiente y el pasto, y de mujeres machistas y dominadas, de culos vigorosos, y apetecibles rostros de mujer caliente no asumida- la fantasmática estela de los héroes y los homicidas venturosos. Lo cierto es que estuve en Coñaripe (balneario ubicado al noreste de la décima región) durante todo el verano y avancé en unos 4 o 5 textos de mi libro de relatos imbricados, que habrá de titularse ARCADIA, y que se sale del bildungsroman para incursionar en el basurero social de Ciudad Sur: la perfidia del falso mapuchismo, el narcotráfico y el lavado de dinero, el tema universitario, ciertos crímenes sospechosamente inexplicables, el colapso de la relación de pareja y el funesto bestiario de los artistas de la zona, son algunos de los temas incursionados en este experimento.

En Coñaripe no estuve bien (eso está lejos de mí por ahora), pero no me faltó comida, ni agua ni un poco de afecto. Extrañamente -por mi cualidad anticonvencional, que apela al desapego gnóstico y a cierta autonomía de los determinismos familiares casi siempre anticreativos- puedo decir que una de mis mayores motivaciones fue mi hija Catalina Francisca (1° de mayo de 2000), que no vive conmigo a quien veo para las vacaciones, pero que constituye una suerte de puerto de salida. Además, hay algo en ella que tiene mi sello indesmentible, y eso sin duda es un detalle, pero ES UN HECHO... que no fomento ni contra el cual me rebelo.